miércoles, 7 de enero de 2015

EL NACIONALISMO Y LAS REFORMAS INSTITUCIONALES

Es importante por tanto aclarar que en el siglo XVI hubo una fuerte reivindicación del concepto de nacional, lo cual fue fundamental para la fundación de las monarquías absolutas, donde el mandatario pertenecía a ese territorio y gobernaba sobre todo él. Además, el rey se comprometía a levantar una Iglesia Nacional que reuniera a todos los habitantes del territorio y velara por sus intereses morales. De todas formas, este último punto nunca pudo llevarse completamente a la práctica, dado que muchos soberanos se mantuvieron fieles a los mandatos de Roma. De todas formas, hubo otros que no lo hicieron y de este modo surgieron ciertas reformas en la iglesia que llevarían al nacimiento de las Iglesias Nacionales.

Quienes encabezaron este movimiento nacionalista fueron los soberanos Lutero y Calvino, quienes en su teoría sobre el origen divino del poder real consiguieron separarse de lo establecido por la iglesia romana. Con el poder absoluto en su jurisdicción, los monarcas podían anular los derechos de pueblos enteros y, de este modo, ejercían su absolutismo. Este concepto que había surgido como la negación del feudalismo, no difiere en gran medida de éste: con una ley divina y una ley natural controlaban el accionar de todo el pueblo.
Como el absolutismo no representaba los intereses del pueblo y se había dividido profundamente la clase gobernante de quienes eran gobernados por ella, fueron necesarias diversas revoluciones que llevarían a la formación de los diversos Estados, integrados por personas surgidas de la comunidad, que representaran sus intereses y que no se separaran de ésta.
Lamentablemente, el ansia de poder y el abuso que el ser humano hace sistemáticamente de él siempre se hacen presente, por eso pese a que las monarquías absolutas han sido desintegradas, continúan surgiendo gobiernos absolutistas, las dictaduras son un ejemplo de ello.

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